Ejercí de rufián, burlador, arlequín.
Fui explorador adjunto
con los más inocentes cazadores de grillos,
izador de cometas,
cantarín sin caché,
sexador reincidente de sirenas nocturnas.
Trafiqué con las flores de los parques urbanos,
me sangraron las manos
con las finas aristas del movimiento obrero,
y en las puertas blindadas,
con más asco que furia,
repetí cien mil veces la palabra mezquino.
Pero ahora
que han pasado los años,
cuando ya no me daña la mirada de un necio
ni esos cuervos bilingües que abarrotan los púlpitos,
ahora puedo contaros
que al final sobrevivo
sin lustrarme las botas ni ensayar reverencias.
Le hago muecas al sol cuando duele un otoño.
También escribo versos cuando puedo.

No hay comentarios:
Publicar un comentario